Niños comiendo

Infancia, adolescencia y crecimiento

Niños comiendo

Los estilos de vida y los hábitos alimentarios de las sociedades diseñan en buena parte su salud y previenen o promueven la aparición de determinadas patologías crónicas a lo largo de la vida:

–          Enfermedades cardiovasculares

–          Algunas tipos de cáncer

–           Obesidad

–          Osteoporosis

–          Caries dental…

Estas patologías descritas anteriormente comienzan a desarrollarse en las primeras etapas de la vida. Así, por ejemplo, se ha visto depósito de colesterol en las arterias (arteriosclerosis) a partir de los 10 años de edad; la obesidad está aumentando de manera alarmante entre la población infantil, etc.

Por otro lado, a pesar de la cantidad y variedad de alimentos de los que disponemos, en los países desarrollados se observan deficiencias de micronutrientes (vitaminas y minerales), ya que la dieta suele ser desequilibrada.

Este desequilibrio también es frecuente en los niños y adolescentes, primero por el hecho de crecer, y segundo por la mala alimentación.

El crecimiento supone:

–          Aumento de la masa corporal

–          Desarrollo orgánico

–          Maduración funcional

El crecimiento requiere:

–          Incrementos en las demandas energéticas

–           Incrementos en las demandas nutricionales

La necesidad de nutrientes en los niños y adolescentes es mayor que en los adultos, ya que la infancia y la adolescencia son etapas de crecimiento y desarrollo.

El crecimiento implica un desequilibrio favorable a las reacciones de síntesis frente a las de degradación.

El desarrollo de la persona es un proceso continuo y dinámico, que depende de las posibilidades del individuo y de las condiciones ambientales.

El crecimiento es un indicador fiable de salud. Aun así, hay que tener presentes otros aspectos, durante el proceso de desarrollo, que van a influir: factores genéticos, neurológicos, hormonales, ambientales, psicológicos y sociales.

Lo mismo se puede decir de los adolescentes; en esta etapa se producen cambios importantes desde el punto de vista físico, fisiológico y psicológico, y adquieren especial importancia las necesidades de calcio y hierro. También aumentan las necesidades de las vitaminas relacionadas con la obtención de energía: tiamina (B1), riboflavina (B2) y niacina, y vitamina D por su participación en la absorción del calcio.

Por lo tanto, los aportes nutricionales deben asegurar:

– Un estado de vida saludable.

El mejor crecimiento posible, cubriendo las necesidades que aseguren el mantenimiento del cuerpo, la actividad física, el crecimiento…

¿Qué ocurre en la actualidad?

– Cada vez se utilizan más los productos de fácil empleo (precocinados,

enlatados, etc.)

– Ha aumentado el consumo de golosinas y las comidas entre horas, que tienden a sustituir a los alimentos tradicionales. Estos alimentos suelen ser hipercalóricos y nutricionalmente pobres.

– El consumo de fibra alimentaria es insuficiente, lo que influye sobre la situación de vitaminas, sales minerales y oligoelementos y sobre el tránsito intestinal, originando problemas como el estreñimiento con alteración de la flora intestinal.

– Ha disminuido el consumo de productos lácteos, lo que conduce a menudo a un aporte insuficiente de calcio, elemento indispensable para la mineralización del esqueleto y la constitución de una reserva cálcica suficiente para prevenir la osteoporosis.

– El reparto de las comidas es desequilibrado, lo que lleva a una falta de energía, tanto física como mental.

 

ERRORES NUTRICIONALES MÁS FRECUENTES EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA

– El mal reparto de las comidas a lo largo del día va a implicar cansancio y falta de la energía necesaria para afrontar las actividades diarias.

Bollería industrial

-Existe un aumento de la ingesta calórica, al aumentar el consumo habitual de alimentos hipercalóricos (ricos en grasas y azúcares) pero nutricionalmente pobres: golosinas, bollería industrial, snacks… Las sociedades médicas y científicas, el Ministerio de Sanidad y la OMS, están alertando sobre el alarmante incremento de la obesidad en la población infantil.

Aporte insuficiente de calcio, principal mineral constituyente de huesos y dientes, cuyo déficit puede comprometer el crecimiento. El calcio y el fósforo van íntimamente ligados en el metabolismo óseo.

Deficiente aporte de hierro, sobre todo en las adolescentes por el aumento de los requerimientos en esta etapa de la vida. Su carencia origina anemia, disminución de la inmunidad y de la capacidad física e intelectual, además de retrasar el crecimiento.

El zinc, en muchos casos, no alcanza las dosis recomendadas. Este mineral es el cofactor de centenares de metaloenzimas implicadas en la replicación de los ácidos nucleicos y en la síntesis de proteínas.

Aporte insuficiente de vitaminas: A, Ácido fólico, D y grupo B, por aumento de las demandas energéticas y plásticas.