El 32 % de la población española presenta síntomas de acidez gástrica, al menos una vez al mes

poblacion

Los problemas de origen digestivo son muy frecuentes en la población. A veces, son síntomas aislados; otras, esos síntomas forman parte de un cuadro más complejo. Los síntomas digestivos más frecuentes son el ardor o la acidez, dispepsia, flatulencia, hinchazón abdominal, estreñimiento y diarrea.

El nombre técnico que se le da al ardor o acidez gástrica es pirosis. La pirosis es una sensación de quemazón, un ardor ascendente que sube desde el estómago hacia el cuello, mandíbula y boca, y produce un sabor amargo y ácido. Se debe, generalmente, al reflujo del contenido ácido del estómago hacia el esófago.

El 32% de la población española experimenta pirosis una vez al mes, y la sufre semanalmente casi el 10%.

¿Qué es el reflujo gastroesofágico?

El reflujo gastroesofágico es el paso de contenido gástrico al esófago, sin relación con náuseas, vómitos o eructación. Se trata, por tanto, de un reflujo ácido. Todas las personas tenemos un reflujo fisiológico, inocuo, debido a relajaciones transitorias del esfínter esofágico inferior. Pero si el reflujo ocasiona síntomas o lesiones en el esófago, entonces hablamos de “enfermedad por reflujo gastroesofágico” (ERGE).

Es igual de frecuente en ambos sexos (aunque en los varones la enfermedad es más intensa que en las mujeres) y los mayores de 60 años presentan lesiones en el esófago más graves. Además, se asocia con especial frecuencia a determinadas situaciones, como la obesidad y el embarazo: de un 25% a un 70% de las gestantes sufren acidez.

El reflujo es más frecuente después de las comidas y al acostarnos, sobre todo si nos acostamos y ha pasado poco tiempo desde que hemos terminado de comer.

La enfermedad por reflujo es un problema de salud de curso crónico y oscilante (periodos sintomáticos que alternan con fases sin molestias) y de amplia expresión clínica. Las personas que la sufren ven deteriorada su calidad de vida.

 

Factores precipitantes o agravantes

estomago

La razón de que el curso clínico de la ERGE sea oscilante (periodos de mayor y menor intensidad) es la influencia de ciertos factores que pueden actuar en un momento determinado.

La mayor parte de los casos está relacionado con la incompetencia del esfínter esofágico inferior, EEI, (bien porque existe una relajación de forma transitoria o una hipotonía basal de forma continua) o con el aumento de la presión abdominal, que también puede ser momentánea o continua.

–          La posición corporal. El estar tumbados hace que los episodios de reflujo se prolonguen.

–          La obesidad. El acúmulo de grasa intraabdominal aumenta la presión a este nivel y favorece el reflujo.

–          El embarazo. La disminución de la presión del EEI producida por la progesterona y el aumento de la presión intraabdominal favorecen el reflujo.

–          Ciertos fármacos y sustancias (antagonistas del calcio, nitratos, benzodiacepinas, alendronato, contraceptivos…). Actúan disminuyendo el tono del EEI, lo que provoca un mal funcionamiento del esfínter. orales, antidepresivos tricíclicos, betaadrenérgicos, morfina, serotonina.

–          El tabaco. Relaja el esfínter esofágico inferior.

–          La dieta. Ciertos alimentos disminuyen la presión o tono del EEI: alcohol, café, té, refrescos de cola, bebidas con gas, chocolate, menta, cítricos, ajo, pimiento, alimentos grasos… El alcohol, además, produce un trastorno de la función motora del cuerpo esofágico.

–          Algunas enfermedades. Bien porque afectan a la musculatura esofágica o porque producen un trastorno en la inervación del esófago o porque producen una hipersecreción ácida gástrica. También se ha asociado la ERGE con enfermedades funcionales digestivas (que son aquellas en las que la clínica no se asocia a ninguna lesión orgánica que la justifique). Algunos ejemplos: síndrome de Zollinger-Ellison, esclerodermia, diabetes mellitus, síndrome de intestino irritable, dispepsia funcional y disquinesia biliar.

–          Estrés o tensión emocional.

–          Ropa ajustada a la cintura: pantalones, cinturones… aumentan la presión intraabdominal.

–          Hernia de hiato. Favorece el desarrollo de enfermedad por reflujo a través de varios mecanismos.

 

La “lucha” contra la acidez y el reflujo

Como norma general, el objetivo principal es aliviar la sintomatología para que no influya en la calidad de vida. El óptimo abordaje del problema tiene dos aspectos:

–          Seguir unas recomendaciones y medidas generales, seguir unas pautas higiénico-dietéticas.

–          Utilizar complementos alimenticios que actúen directamente sobre el problema y proporcionen alivio.

 

Medidas generales:

–          Elevar el cabecero de la cama unos 15-20 cm, sobre todo en aquellas personas cuyos síntomas aumentan al tumbarse.

–          Evitar tumbarse en las 2 horas siguientes a la ingesta: es decir, no tumbarse justo después de comer y así dejar tiempo a que el estómago vacíe su contenido. También, hay que esperar unas 2 horas después de comer antes de ponerse a realizar ejercicio intenso.

–          Evitar comidas copiosas y abundantes.

–          Evitar comidas ricas en grasa.

–          Identificar los alimentos que provocan la acidez. Normalmente son los grasos, picantes, ácidos, bebidas estimulantes, bebidas con gas… aunque existen variaciones personales que cada uno debe conocer.

–          Corregir los factores que aumentan la presión intraabdominal: disminuir el sobrepeso y evitar las ropas ajustadas en la cintura.

–          Dejar de fumar y abstención o consumo moderado de alcohol.

–          Tener en cuenta los efectos secundarios de ciertos medicamentos.

–          Comer chicle sin azúcar después de comer. Masticar chicle sin azúcar estimula la salivación, lo que ayuda a neutralizar el exceso de ácido.